Kingdom of the Dreams

Deshaogarse es, cuanto menos, purgativo.

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lunes, 15 de octubre de 2012

Hay un por qué entre las sombras...

... y siempre escondiéndome voy. Parafraseando ciertas expresiones de un clásico del cine y de la literatura popular como es El Fantasma de la Opera, me gustaría tratar una de las tantas metáforas que alberga esta majestuosa historia. El asunto en cuestión abarca la supuesta falsedad de la gente o su capacidad (a veces de un extremo que costaría creer) para fingir una identidad completamente distinta a la que realmente tienen.



Muchas veces la empatía o el hecho de tener un objetivo concreto para con las personas, requiere de un reajuste de sentimientos, formas de ser e incluso maneras de pensar. Es inevitable pensar en que cuando una persona tiene un interés determinado en otra, puede amoldar su personalidad con el fin de lograrlo. Todos alguna vez hemos dicho alguna mentirijilla o nos hemos metido en un papel que no va con nosotros, pues ante todo somos humanos y miramos por conseguir lo que queremos. Sobretodo los que quieren follar gratis.

Sin embargo, como suele pasar, todo ello tiene sus límites. Los excesos como tales muchas veces acaban siendo malos, y en este caso, se puede llegar a representar una personalidad totalmente distinta a lo que se es en realidad (en algunos casos es que ni tienen la personalidad). Ser un camaleón del alma con tales excesos (cuyo límite suele estar realmente bajo y se consigue a la mínima) nos conduce a un tejemeneje sentimental en donde las principales personas afectadas son las consideradas "objetivo". Un desbarajuste emocional que lo que consigue en el mejor de los casos, es cerrar amistades, generar malos rollos y personas que realmente pueden llegar a sufrir y pasarlo mal con el asunto.

Por eso mismo, quería establecer el paralelismo con el libro y película anteriormente citados. Como todos sabréis, el Fantasma de la Opera cuenta la historia de un hombre que, tras un accidente doméstico en su infancia que le desfigura la mitad del rostro; vive a escondidas en un teatro-opera. Se hace inseparable de una máscara que le tapa la parte afectada, teniendo por consiguiente que pasar su vida entera fingiendo ser alguien que no es, eso sí, desde las sombras. En este caso sobretodo se abarca un ocultamiento físico (que realmente desemboca en la personalidad) que impide al fin y al cabo la unión sentimental entre Christine (amor platónico del fantasma) y él mismo. Y creo que más de uno/a habrá sufrido estas consecuencias en este mismo ámbito sentimental.

La utilización de máscaras es un recurso que suele acabar bastante mal. Y no me refiero a máscaras de caretas de Halloween, si no a algunas más importantes, que son las que utilizamos para el alma. Una cosa es utilizar alguna vez y al principio una máscara, que te tape un cachito de la nariz. Pero otra cosa es taparse media cara o lo que es peor, toda entera. Deberían saber todos que realmente como se consiguen las cosas es con la auntenticidad que nos otorga el divino don de la singularidad: cada humano es un mundo, con sus virtudes y sus defectos. Y en el arte de empatizar y empastar con sus iguales o con sus objetivos, son éstos los verdaderos valores que lo conseguirán.

Como intento de músico que soy, puedo decir tranquilo que lo poco que he conseguido (si es que he conseguido algo) ha sido gracias a ser simplemente quien soy. Desnudar el alma en notas musicales y letras hace expresarte tal cual como eres, siendo esta la principal baza para conseguir lo que quieres. Escribí un disco y si ha gustado ha sido por ser como soy... que puedes hacer más cosas para conseguir algo más? Sí, pero ser el sucesor de David Bisbal sería faltar a unos principios, cosa que los fingidores rara vez suelen tener.

Teniendo en cuenta esto, poco hay más que decir al respecto o más bien a las personas que por desgracia, tienen que sufrir sus consecuencias. Es verdaderamente bonito hacer un dibujo expresando tus sueños e ilusiones, poniendo todo lo que deseas y entusiasmándote con el proyecto. Para que luego, una revelación de verdaderas intenciones o que simplemente se pille al suplantador de identidad, destroce todo nuestro lienzo con todo el dolor que ello nos provoca. En cualquier caso, las heridas de una persona dolida son curables; pero la vida de quien crea ese dolor tarde o temprano se verá afectada por la propia naturaleza. Incluso a veces la suerte, tan mal repartida en el mundo, les sonríe y les privan de este castigo.

Engañar es gratis. Vivir, no.










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